Cary in Blue The Times, Londres (UK), 14 de Mayo 2005

La pandilla de los cinco
porJames Eve

En la profundidad de las colinas boloñesas, un misterioso grupo de escritores ha diseñado un perverso plan: conspirar contra el mundo de la celebridad.

Si creyéramos todo lo que se ha escrito sobre el grupo de novelistas italianos conocido como Wu Ming, podríamos pensar que se trata de revolucionarios con los dientes manchados de sangre. Bajo su seudónimo anterior - Luther Blissett, ex futbolista del Watford y del AC Milan - han publicado Q, una extensa y cruenta historia de espías ambientada durante las guerras religiosas europeas del siglo XVI, que se convertiría en un éxito de ventas en todo el continente. Por cierto, el interés no residía solamente en las altas ventas sino también en las actividades no literarias del grupo, que según algunos impresionantes artículos periodísticos incluyó el secuestro un autobús nocturno en Roma.
El misterio que rodea al grupo se profundiza por su negativa a ser fotografiados. “Estimado James, no podemos tener un fotógrafo dando vueltas a nuestro alrededor durante la entrevista”, se puede leer en un correo electrónico de Roberto Bui, más conocido como Wu Ming 1. “Sin fotógrafos y sin rostros, estas son nuestras condiciones”. La promesa de llevarme a alguna parte “en las colinas” después de nuestra charla sonaba ligeramente amenazante. Me pregunto si quizás estarían considerando el secuestro un periodista.
En realidad, no había necesidad de preocuparse. La única conexión entre los secuestradores romanos y este colectivo de escritores boloñeses es, casualmente, la elección del seudónimo. No pueden explicar el origen del rótulo “Luther Blissett”, aparte de que era un nombre ampliamente usado por artistas y hackers a mediados de los años noventa, sobre todo para plantar historias falsas en los medios. Además, su relación con el personaje de Blissett ya es historia. Los cuatro miembros originales - Bui, Giovanni Cattabriga, Luca Di Meo y Federico Guglielmi - le desecharon hacia finales de 1999. Desde entonces, ellos cuentan con un quinto miembro, Riccardo Pedrini, y tomaron el nombre de Wu Ming, que significa “anónimo” en mandarín.
A la entrevista sólo llegan dos del grupo, Bui y Guglielmi. Nos encontramos para discutir su última novela, 54, publicada en Italia en 2002 y que acaba de ser traducida al inglés. Como Q, es una vasta epopeya, aunque su ambiente es moderno. A excepción de un breve prólogo, el escenario tiene lugar en 1954.
La trama es una formidable empresa de imaginación, desplazándose inquietamente entre Bolonia, Nápoles, California, Moscú, Dubrovnik y Marsella. Una historia sigue la búsqueda de un joven italiano para encontrar su padre, un ex partisano desertor del ejército de Mussolini para luchar con los comunistas, que desapareció en Yugoslavia. Otra sigue a un mafioso napolitano que planea para robar las ganancias de un tráfico de drogas.
No obstante la más audaz imagina Cary Grant en Palm Springs, harto del cine y considerando su retiro, que es persuadido para emprender una misión secreta en Yugoslavia en modo de convencer al mariscal Tito para hacer una película de su vida, todo esto con el objetivo de lisonjear al dictador y alejarlo de la Unión Soviética. Grant no es el único personaje histórico. David Niven, Alfred Hitchcock, Grace Kelly, Tito y el jefe de la KGB, el General Serov, también tienen sus partes. Ocasionales recortes periodísticos dan instantáneas del mundo en ese año: la derrota de los franceses en Dien Bien Phu; los últimos espasmos del macartismo y la batalla estadounidense para proteger sus intereses económicos en América del Sur; las tensiones civiles en Trieste, que todavía está ocupada por los aliados nueve años después del final de la guerra.
Lo que las conecta es un costoso televisor americano que, robado de una base militar en las cercanías de Nápoles y pasando de una mano a otra, se convierte en narrador ocasional para regañar los italianos por su barbarie y falta de respeto hacia tan selecta pieza de la tecnología.
La visión panorámica del nuevo libro y de su predecesor, según Bui, refleja el modo en que ha sido escrito, como un trabajo de cinco cabezas. Guglielmi dice: “este tipo de literatura que tiene un amplio alcance, utiliza una gran cantidad de personajes y se desarrolla alrededor del mundo, no es una literatura muy individualista. Tiene una dimensión coral”.
Bui añade: “Y una novela coral no es lo mismo que una novela de corte familiar, de tipo intimista. Ese es otro tipo de novela, que tiene sus propios admiradores, pero nosotros no estamos entre ellos. Preferimos mostrar toda la complejidad de la vida, con todas sus posibilidades, todos sus personajes. Somos maximalistas, no minimalistas”.
Existen otros ejemplos de colaboración literaria. Hace unos años un grupo de escritores irlandeses - que incluía a Roddy Doyle y Colm Tóibín - escribieron conjuntamente Finbar’s Hotel, una novela con siete historias casi paralelas. Los capítulos no estaban firmados. La novela 54 es ficción de colaboración en un sentido aún más radical. “En la práctica no hay mucha diferencia con los normales procesos de escribir y editar, exceptuando quizá el hecho que haces las dos cosas simultáneamente”, dice Guglielmi. “Desde el punto de vista de la trama, cada persona tiene una tarea. Todos escribimos un capítulo o una escena, y luego se lo mostramos a los otros, que a su vez intervienen, sugieren cambios, lo modifican y así sucesivamente. Finalmente lo que tiene es un libro escrito por todos, ya editado y revisado. Cada uno de nosotros es novelista y editor, es como si las dos profesiones se fundieran en una”.
Los escritores se encuentran cada tres días para controlar que los cinco estilos de escritura diferentes no se desvíen de la estructura del libro. El proceso puede ser lento. “Nos lleva años escribir una novela”, dice Bui. “Para Q se necesitaron tres años, y para 54 dos y medio”. Pero también es un método que brinda mucho espacio a las “diferencias artísticas”.
Para Bui el atractivo de escribir con otras personas es simple: “Es divertido. Somos una banda... no una banda de músicos, sino una banda de narradores” dice. Ve el proceso de colaboración como parte de una antigua tradición de narración oral. Es una tradición que sobrevive en proyectos a gran escala, tal como las escenificaciones de Hollywood, pero es rara entre novelistas. “El escritor es un narrador, como los trovadores medievales, como los bardos en la cultura céltica. Un personaje que cuenta historias y está en contacto con el pueblo”, dice. “No es una persona que vive en un torre de marfil, aislada y de algún modo en contacto con una sensibilidad más elevada... Todo eso es parte del mito romántico del autor”.
¿Qué hay acerca de su rechazo a ser fotografiados? Debe ser difícil para un grupo de los escritores cuyo primer libro vendió más doscientas cincuenta mil copias a nivel mundial. La cuestión no es el anonimato, dice Bui. Después de todo, sus nombres figuran en el sitio Web de Wu Ming. Es una forma de protesta contra nuestra época, obsesionada por la celebridad. Dice: “No nos interesa la maquinaria del escritor como estrella, como celebridad. No permitimos que nos tomen fotografías porque creemos que nuestro trabajo es más importante que nuestros rostros”.
Algunos miembros de Wu Ming tenían poco más de veinte años cuando empezaron a escribir Q. La nueva novela es un trabajo aún más logrado. En Q, a menudo los personajes parecían aplastados por los grandes acontecimientos históricos que les circundaban. El alcance de 54 no es menos ambicioso, pero hay una agradable ligereza. El retrato de un Cary Grant cansado del mundo, entrenando impacientemente al flojo imitador que el MI6 le ha encontrado como sustituto mientras viaja a Yugoslavia, y luego atormentado por la culpa en una visita a su madre enferma en Bristol, es plenamente convincente.
El libro incluso está lleno de alusiones y guiños, un humor que faltaba en Q. El televisor norteamericano se llama McGuffin Electric Deluxe. McGuffin era el nombre que Hitchcock daba a un recurso de trama con el que generaba escenas de suspense. “He leído un libro ridículo y repugnante, escrito por un cierto Fleming”, dice Grant a su amigo David Niven, antes de contarle la trama de Casino Royale. “¡He aquí un libro que nunca será una película!", se mofa Niven, el mismo que trece años después interpretará a Bond en la película Casino Royale.
Les pregunto si no temen cometer errores al usar personajes reales y si, a veces, no se sienten limitados por los hechos históricos. “No, no lo creo”, dice Bui. “Sólo tienes que entrar en los resquicios de la historia. Por ejemplo, no estamos seguros de lo que hizo Cary Grant en 1954, cuando no trabajó en cine. Sólo sabemos que estuvo de vacaciones en Hong Kong, pero el resto del tiempo llevó una vida muy reservada. Lo que hicimos fue completar ese espacio vacío”.
Esos resquicios han probado ser territorio fértil. Aunque sus miembros todavía llevan puestas sus máscaras, Wu Ming ya no es anónimo.

54 por Wu Ming está publicado por William Heinemann, £16.99 (oferta, £13.59)
 
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