El Viejo Topo (ES), n.175, Marzo 2003:

MITOPOIESIS DE LA MULTITUD REVOLUCIONARIA

ESTA REVOLUCIÓN NO TIENE ROSTRO, WU MING, ACUARELA, MADRID, 2002, 253 PÁGS.

Es sabiduría reconocer la necesidad, cuando todos los otros cursos ya han sido considerados, aunque pueda parecer locura a aquellos que se atan a falsas esperanzas. Bueno, ¡que la locura sea nuestro manto, un velo en los ojos del enemigo! Pues él es muy sagaz y mide todas las cosas con precisión, según la escala de su propia malicia. Pero la única medida que conoce es el deseo, deseo de poder, y así juzga todos los corazones. No se le ocurrirá nunca que alguien pueda rehusar el poder, que teniendo el Anillo queramos destruirlo. Si nos ponemos en meta, confundiremos todas sus conjeturas.
J.R.R. Tolkien, El señor de los anillos



Como acierta a decir Amador Fdez-Savater en el prólogo de Esta revolución no tiene rostro, "la política , la acción colectiva de autoinstitución de la sociedad, es el ámbito de la actividad humana en el que se expresa mejor el exceso que supone cualquier lazo social a las consideraciones mecanicistas o funcionalistas. La acción política es el ámbito de lo heroico y lo superfluo, de la excelencia y la sobreabundancia; y por eso le viene como un guante el 'lenguaje del entusiasmo' en que consisten los mitos". De este lenguaje del entusiasmo y de los mitos emancipadores está hecho Esta revolución no tiene rostro, donde se incluyen panfletos, manifiestos, cuentos, reportajes, declaraciones y otros textos que tienen al movimiento de protesta global como telón de fondo. Sus autores forman el grupo radical Wu Ming, que en chino mandarín significa "Sin nombre". Wu Ming fue conocido durante el quinquenio 1994-1999 como Luther Blissett Project, un movimiento surgido en torno a la Asociación Psicogeográfica de Bolonia (situacionistas posmodernos) que durante esos años llevó a cabo una serie de acciones de protesta contra la colonización mercantilista de la vida en diversos ámbitos (huelgas de arte, por ejemplo), pero especializándose sobre todo en el terreno de la comunicación.

Pues como vuelve a decir Fdez-Savater en el prólogo, "si hoy [en la sociedad de la información] una de las fuerzas productivas principales es el lenguaje, ¡cómo no va a tener una importancia política de primer orden la lucha en el terreno de las significaciones, el combate entre el vaciado de contenidos fuertes de la banalización mediática, la propaganda de guerra o el lenguaje empobrecido que se impone en muchas empresas de servicios y la polisemia fecunda de las narraciones míticas políticamente orientadas!". De ahí la importancia de la mitopoiesis o creación de mitos que acompañan y dan sentido a la autoinstitución política de la sociedad frente a la miserable "guerra global permanente" que el Imperio ha extendido a todos los rincones del planeta. Y esto es lo que contiene este libro estimulante: relatos de la resistencia global al Imperio y al terrorismo, recuperación de símbolos, ritos y leyendas del proyecto siempre inacabado de emancipación humana (cabe recordar la novela histórica Q, ambientada por Luther Blissett en la revuelta campesina de los tiempos de la Reforma cuyo lema fue "Omnia sunt communia"), manifiestos y declaraciones que aúnan teoría revolucionaria y práctica militante, etcétera, etcétera. Textos escritos al calor de los centros sociales italianos, la "batalla de Génova" y el movimiento de los Monos Blancos, textos que nos animan a hacer frente a la avalancha mediático-económica del llamado "capitalismo de espíritu" o turbocapitalismo.

El dilema no es pues mito o no mito, sino mito o fetiche, narrativa de emancipación o teología. Una "diplomacia desde abajo" cuyos frutos renacen una y otra vez pugna por producir compartidamente un saber libre, en una "guerra de metáforas" cuyo objetivo es desarticular las redes asfixiantes de la propiedad intelectual, los derechos de autor y el monopolio televisivo y de Internet. Atiéndase por ejemplo a todo el movimiento del software libre o del copyleft, que permiten compartir conocimientos y experimentar conjuntamente al margen de las reglas empresariales, u a otras actividades que preservan la creatividad libre dentro del proyecto de autonomía individual y colectiva de la sociedad.

Imaginación, creatividad, lenguaje, comunicación, cualidades de autoorganización, afectos: tales son los paradigmas subversivos que alientan en todos los textos de Esta revolución no tiene rostro. Desde los vínculos entre la cultura underground y la acción política, el nombre colectivo de Wu Ming, como antes el seudónimo-que-cualquiera-podía-utilizar de Luther Blissett, sirve para designar la creación y la inteligencia colectiva, la guerrilla de la comunicación, la literatura-guerrilla, el sabotaje comercial. Léanse por ejemplo estos dos libros de Luther Blisset: Pánico en las redes: teoría y práctica de la guerrilla cultural, Literatura Gris, y Manual de la guerrilla de la comunicación, en Virus, escrito conjuntamente con el colectivo A.f.r.i.k.a. Sintonías de la guerra psíquica contra el capitalismo que sostiene al Imperio, guerra a la guerra, batalla político-cultural contra los medios de comunicación que avasallan la riqueza constituyente del lenguaje y de la imaginación creadoras. Manipulación de la iconografía pop en un sentido emancipador, lucha por la producción de sentido desde los territorios de la inmanencia, implantación de la filosofía y de la democracia, en fin, en la calle.

Los textos de combate de Esta revolución no tiene rostro son casi todos ellos panfletarios. Recuerdan a los de Thomas Paine en favor de las revoluciones americana y francesa de finales del siglo XVIII, nos retrotraen también a los adoquines del Barrio Latino de París del mayo del 68. Las manifestaciones de Seattle en 1999 y la de Génova en julio del 2001 están detrás de todos ellos. Al principio se incluye la declaración de intenciones del laboratorio de diseño literario Wu Ming: "escribir ya es producir, narrar ya es política". Tienen por enemigo al Imperio, término acuñado por Negri y Hardt en otro libro reciente, y sus armas son la potencia comunicativa de la fabulación, el don, la gratuidad, el compartir, la cooperación. Se habla del movimiento de desobediencia civil de los Monos Blancos, de las radios libres, del Frente Zapatista, de los efervescentes centros sociales autogestionados italianos, del plagio y del comunismo literario, de la renta básica de ciudadanía, del trabajo cívico, de derechos civiles, de la intelectualidad de masas.

La narración abierta de estas historias tiene siempre un protagonista, la multitud, noción que Negri extrae de Spinoza -el gran filósofo de la democracia- a través de Deleuze (léase sin falta Mil mesetas). Multitud anónima y subversiva, incontable, inidentificable, expansiva, reflexiva, autónoma, activa. Multitud revolucionaria: "Somos viejos para el futuro, ejército de desobediencia cuyas historias son armas, en marcha desde hace siglos sobre este planeta. En nuestros estandartes está escrito 'dignidad'. En su nombre combatimos contra aquellos que quieren ser los amos de personas, campos, bosques y ríos, contra aquellos que gobiernan arbitrariamente, contra aquellos que imponen el orden del Imperio, contra quienes empobrecen a las comunidades" (pág. 111). Tal es "el mantra de la multitud que canta un flujo incesante, un mar inquieto y bullente. Debemos sacar, pescar, distribuir, contar. Y poco más, en el fondo. Pretender la dignidad para todos" (pág. 96).

Aquí emerge el nuevo mito fundador de la auto-representación de los que se quieren socialmente libres, de los que sueñan que otro-mundo-es-posible. La multitud pelea contra el Warfare, ese siniestro sustituto del Welfare State, que es un complejo militar-industrial y de información al mismo tiempo que una política económica. La multitud sabe interrogar al mundo y es capaz todavía de asombrarse de las respuestas. Y en el centro de la multitud están los cuerpos: "El cuerpo somos nosotros, soy yo, es lo que ponemos en juego en el contacto, el proyecto, el deseo. Nuestro ser comunitario no tiene nada que ver con los ejércitos, los clanes mafiosos, las bandas" (pág. 176). Ese cuerpo del que, como decía Spinoza, nadie ha determinado aún lo que puede o no puede.

En un excelente libro titulado precisamente Narrar el abismo (Pre-Textos), el filósofo español Manuel Barrios reflexiona lúcidamente sobre el proyecto de una "mitología de la razón" que reunió a principios del siglo XIX a pensadores y poetas como Hegel, Schelling o Hölderlin. Pues justamente de lo que se trata es de eso: de crear nuevas formas y nuevos contenidos narrativos que den cuenta del abismo sin fondo en que nos encontramos, más acá de una Razón intemporal que sirve de cimiento al delirio del progreso lineal e ilimitado de la historia que está acabando con cualquier forma de vida autónoma en el planeta humano. Y narrar el abismo supone, hoy como entonces, "discrepar de un pensar dogmático de la pura efectividad de lo presente, sin espacio de acogida para lo posible en su más genuina dimensión revolucionaria de apertura intempestiva al porvenir".



Ximo Brotons


Back to Spanish reviews
main menu