Tentaciones (suplemento de El Pais), 17 de noviembre, 2000

 

 

Pero, ¿quien es Luther Blissett?

 

 

Le robaron el nombre a un pésimo futbolista. Ahora se llaman Wu Ming.

O Mejor, http://wumingfoundation.com, un grupo de treintañeros italianos, anónimos, politizados Y gamberros. Se presentan en España con Q, novela atípica que ha sido un fenómeno editorial en su país.

 

Texto: Guillem Martínez

 

 

 

A PRINCIPIOS DE los ochenta el Milan ficha a Luther Blissett, futbolista británico de origen jamaicano. Blissett pasa a la historia como uno de los peores fichajes del Milan. A los tifosi (hinchas), además, les da por ponerse racistas con el jugador, que acaba marchándose del club. A principios de los noventa, en lo que significa el nacimiento de un mito, el nombre Luther Blissett empieza a aparecer firmando manifiestos en Internet, ensayos izquierdistas y acciones contra los medios de comunicación.

 

Los vertebradores de ese nuevo Luther Blissett ensayista, alternativo y gamberro, fueron cuatro chicos treintañeros (hoy son cinco) de Bolonia, capital histórica de la izquierda italiana. Se ubican ellos mismos en la izquierda alternativa; una izquierda inexistente en España; una izquierda con gran formación intelectual, no dogmática, lectora de Gramsci. A principios de los noventa, vivieron la experiencia generacional del Movimiento de la Pantera, una serie de protestas estudiantiles que recorrió las universidades italianas. Han participado de la experiencia de los centri sociali ocupati, locales ocupados para crear estructuras culturales alternativas —en Bolonia, por cierto, hay uno que pasa por ser uno de los mejores clubes de jazz del país—, están relacionados con el movimiento de la tuta bianca —o el mono blanco, en alusión al que los manifestantes visten, junto a máscara de gas, casco y otras protecciones, para interponerse pacíficamente ante la policía sin que ésta les rompa la cara; al menos en los 345 primeros golpes de porra—, y acuden a manifestaciones antiglobalización como las de Praga.

 

Como Luther Blissett, los chicos de Bolonia publicaron la temporada pasada la novela titulada Q. Todo un fenómeno en Italia: más de 700 páginas y más de 80.000 ejemplares vendidos. Este mismo año han publicado Asce di guerra (Hachas de guerra), pero bajo el nombre de Wu Ming —en chino mandarín: Sin nombre—.

 

Q, que acaba de aparecer en España en Mondadori, es una novela histórica, con trama y documentación extraordinariamente laboriosas. Pero también es una forma extraña de entender la autoría: sin autor, sin fotos, sin charlas en la tele y con creación colectiva. Algo exótico en un dominio cultural donde la figura del autor eclipsa incluso al concepto de obra, como pareció apuntar aquí el caso de Ana Rosa Quintana. En Italia, ese autor colectivo y exitoso, ha supuesto toda una ITV al concepto de autor convencional.

 

Tentaciones. ¿Quién fue Luther Blissett?

 

Luther Blissett. Un seudónimo colectivo usado, en los noventa, en Italia, Alemania, Reino Unido… un poco en España y en Internet, que también es un país. Era usado para firmar manifiestos y para realizar guerrilla mediática.

 

T. ¿Qué batallitas de guerrilla mediática?

 

L. B. Nos hemos burlado de los medios. Hemos demostrado que los periódicos pueden hablar de todo sin saber nada, que cualquiera puede crear la noticia. Convertimos a Luther Blissett en un Robin Hood virtual, el terror de las redacciones. ¿Ejemplos? Durante un año creamos un artista balcánico, preso político de Milosevich. Inventamos su biografía, su imagen… Y fue seguido por los medios. Hicimos que los chicos de Il Resto del Carlino —diario de derechas—, se pasaran una tarde recorriendo clínicas para confirmar nuestro rumor de que Noemi Campbell estaba en Bolonia haciéndose una liposucción.

 

T. ¿Por qué pasar de la agitación a la literatura?

 

L. B. Porque nos gusta. Y porque una de nuestras consignas fundacionales era dar el salto a la cultura pop, no quedarnos en la marginalidad. Nuestra ambición era demostrar que todo el mundo puede hacer cultura de masas. La literatura ha sido el canal para llegar al corazón de la industria cultural y a más público. Un ensayo de Luther Blissett vendía 1.500 ejemplares. La novela Q, sólo en Italia, ha vendido 80.000.

 

T. Con Wu Ming, ¿Luther Blissett ha muerto?

 

L. B. No. Lo puede usar cualquiera. Nosotros hemos renunciado. El proyecto Luther Blissett consistía en llegar al éxito y demostrar teorías. Por ejemplo, la hegemonía de la calle en la cultura: no éramos nadie y, en cinco años, un editor nos ofreció un contrato. Por ejemplo, el libro no tiene copyright, puedes fotocopiarlo, colgarlo en Internet, reescribirlo… Decidimos que Luther Blissett sería un proyecto de cinco años. Si hubiéramos seguido nos habríamos convertido en payasos, en esos autores que odiamos.

 

T. ¿En qué ha consistido el cambio o la transformación en Wu Ming?

 

L. B. Wu Ming no es un seudónimo. Es una empresa de producciones narrativas para diferentes géneros: literatura, cine o videojuegos. Siempre proyectos propios. Jamás encargos.

 

T. ¿En qué se diferencia Wu Ming de otro autor comercial?

 

L. B. En el concepto de autor. No creemos en la idea de un genio individual. Un escritor es un fenómeno colectivo, aunque escriba solo. Finge estar inspirado, cuando en verdad el texto que acaba vendiendo ha sufrido muchas manipulaciones, del editor o del mismo autor en varios momentos. El escritor no es más que el catalizador final de las historias. Esto no es una idea nueva. Homero, Shakespeare, el folletín francés, Salgari… son autores colectivos. La Biblia es de autor colectivo. Dios es un autor colectivo. Los surrealistas decían que la poesía tenía que estar hecha por todos, ¿por qué no la narrativa? Se ve en nuestras historias: corales, épicas.

 

T. ¿Significa eso que sólo se puede practicar un género narrativo coral y épico?

 

L. B. No. En Q y en Asce di guerra (Hachas de guerra) hemos usado diferentes géneros. Q es novela histórica, pero también de aventuras, negra, de espías… Y algo de western.

 

T. Un escritor profesional en Italia o España debe promocionarse, planificar su presencia en los medios para no desaparecer del mercado… ¿Cómo habéis dado el salto a la profesionalidad?

 

L. B. Entendemos que lo profesional es escribir buenas historias. Fuera de la literatura, participamos en actividades sociales, pero nunca en partys literarios. Otorgamos entrevistas, pero sólo hablamos de lo que hacemos. No de nuestra vida privada o de nuestro ánimo. No vamos a la tele. No sirve para transmitir nuestras ideas, es más proclive a transmitir personajes.

 

T. El autor a veces es una foto, y la difusión de su obra pasa por que aparezca en los medios…

 

L. B. Nos hemos negado a ser fotografiados. Eso ha creado cierta disfunción económica, tensión con los medios. Ha habido precedentes de autores que han rechazado su imagen: Pynchon, Salinger… En todo caso, no fotografiarnos nos ha supuesto cierto prestigio y promoción. Los diarios hablan mucho de nuestra no-presencia.

 

T. ¿Cómo trabajáis?

 

L. B. Como un grupo de jazz. Nos reunimos, parimos ideas, ensayamos y, luego, escribimos una escaleta, una biblia de personajes que va engordando. El trabajo preliminar es muy importante. Invertimos meses en el trabajo de personajes y de estructura. Luego alguien escribe una escena. La revisión, la corrección y el montaje es siempre colectivo. Este sistema descarta el minimalismo y el personalismo. Con este método se puede escribir una novela rosa, pero nunca jamás poesía. Bueno, quizá poesía épica.

 

T. Vuestro sistema de trabajo, propio del cine, ¿no os empuja a escribir cine o televisión?

 

L. B. Siempre hemos querido escribir novelas. Pero, el cine es nuestra gran influencia. En Q es perceptible la obra de Kurosawa o Peckinpah.

 

T. ¿No os parece extraño que, con ese método y planteamientos tan poco convencionales, vuestras novelas no sean experimentales?

 

L. B. Nuestra experimentación es con el método. No con el estilo. Preferimos experimentar con la trama antes que con el lenguaje.

 

T. ¿Cuál es el futuro del proyecto Wu Ming?

 

L. B. Ampliar el colectivo, los proyectos y las colaboraciones. Asce di guerra, por ejemplo, la hemos escrito con el escritor Vitaliano Ravagli.

 

T. ¿Descartáis publicar libros individuales?

 

L. B. Nuestros estímulos no son artísticos. Son intelectuales y políticos. No está prohibido, pero la experiencia nos dice que la posibilidad de tratar una idea es mejor en grupo. Sabíamos que una persona sola no podría escribir Q. Por tiempo, capacidad y energía. Creo que ésa es la razón por la que los jóvenes escriben cosas cortas y sin ideas. Harían mejor en asociarse.

 

T. Vuestra idea y proyecto de autoría, ¿ha significado un revulsivo en Italia o ha sido asimilada por el mercado sin más?

 

L. B. Ha creado amigos y enemigos. Un debate. Creemos que Q ha sido el fenómeno literario de la temporada pasada en Italia. Nuestra práctica niega la musa, el ego, la reafirmación social. Y eso supone cierto mal rollo. El lector de Q ha sido transversal: teenagers, amas de casa… El lector político supongo que ha sido minoritario. Pero da igual. No somos intelectuales orgánicos ni ideólogos de los movimientos alternativos.