La Jornada, domingo 24 junio 2001

Novela escrita por 4 jóvenes busca un jaque al establishment

Q, del submundo literario a los estantes de las librerías

Firmada como Luther Blissett, la obra es un fenómeno editorial; la edición española plantea un ''anticopyright''

PABLO ESPINOSA

Por primera vez en la historia, cuatro autores obligaron desde el semianonimato a una editorial poderosa a aceptar una "fórmula anticopyright". Con el seudónimo de Luther Blissett, estos escritores italianos, cuyas edades oscilan entre 26 y 35 años, han logrado también otras formas de infiltrarse en el establishment para ponerlo en jaque.

Federico Guglielmi, Giovanni Cattabriga, Luca Di Meo y Roberto Bui han ingresado al sistema con la inevitable etiqueta de "celebridades", pues si bien su propuesta cuestiona el establishment, saben jugar con las reglas del enemigo y establecen un juego de espejos fascinante.

Ellos cuatro eligieron el seudónimo Lu-ther Blissett para escribir la novela Q, que es la sensación del momento. Sus casi 700 páginas son devoradas con ansias por la suma de virtudes que la pueblan. Los 15 mil ejemplares de la primera edición se vendieron en pocos días, al igual que los diez mil de la segunda. A su apuesta por la trama, por el bien contar, sin afectaciones ni pretensiones estilísticas, se añade su transfondo político altamente subversivo. Este libro es una summa literaria de bondades contraculturales.

Obra colectiva

Para su edición en español, los autores obligaron a la editorial Grijalbo Mondadori a poner la siguiente leyenda en lugar de el consabido copyright: "Está permitida la reproducción total o parcial de esta obra y su difusión telemática siempre y cuando sea para uso personal de los lectores y no con fines comerciales".

Argumentan los anónimos autores: "Nosotros creemos que toda 'obra del intelecto' es colectiva. El intelecto no reside en la cabeza de un solo autor, sino en cualquier cosa que se nutre del aporte de todos, es 'intelecto general', como un flujo continuo de información y relaboración que abarca una comunidad, una red de contactos". Mencionan como ejemplo la rivalidad entre Shakespeare y Marlowe, que en la práctica era (como en Mozart y Salieri, como en el Ying y el Yang) un intercambio de ideas, de inspiraciones, una red de información, un flujo continuo. Citan también el caso de la Odisea y la Ilíada como obras colectivas, escritas por muchas manos en el curso de distintos siglos.

"Por este motivo ?explican? nosotros queremos que también la edición española de Q lleve la inscripción que libera parcialmente el copyright para los lectores: para que cualquier lector pueda meter mano a nuestra novela y hacer con ella, con su historia y sus personajes, lo que le dé la gana. También autorizamos la reproducción total de la misma siempre que no sea con ánimo de lucro. De este modo se defiende nuestro trabajo y el trabajo del editor, y al mismo tiempo la libertad de los lectores de disfrutar y manipular lo que nosotros escribimos".

¿Cuál es el relato de estos jóvenes maestrísimos, cuyo talento hizo, mediante el juego de espejos que les fascina, el marketing, la realidad virtual de la Web y otras travesuras en el sistema, que muchos creyeran que tras el seudónimo de ellos cuatro, Luther Bisset, se hallaba en realidad el genio de Umberto Eco?

La novela narra 30 años de violenta represión en la Europa de la Reforma y la Contrarreforma, en voz de un disidente anónimo y luchador revolucionario (el último superviviente tras una ola de sangre) y de los ojos vigilantes de Q ?un agente secreto al servicio del cardenal Giovanni Pietro Carafa (máximo factótum de la Santa Inquisición que más tarde se convertirá en el papa Pablo IV). Este gran fresco humano pintado por los novelistas nos muestra varias tramas del siglo XVI, particularmente las relaciones entre banqueros, príncipes y emperadores, bajo la sombra abarcadora del poder Vaticano.

El juego de los nombres

¿A qué se debe el éxito apabullante y creciente, tanto en la Internet como en los estantes, de esta novela? Para empezar, el seudónimo Luther Blissett es un hecho fascinante en sí mismo. En la realidad es el nombre de un jugador jamaiquino de futbol que jugó en el Milán, con resultados desastrosos, durante la temporada 83-84. No se sabe cómo, pero se convirtió en un nombre múltiple. El fenómeno nació a principios de los noventa. En la red, inclusive, circulan extrañas leyendas: que quien comenzó todo fue un periodista del Giorno. O un artista estadunidense, Ray Johnson, el inventor del mail-art, que se suicidó en 1995. Los cuatro autores de Q son sólo una rama de entre las muchas de este fenómeno, y entraron en el juego en 1994, con un plan quinquenal que concluyó con la publicación de la novela y el anuncio de un seppuku o suicidio ritual.

Durante esos cinco años las acciones de Luther Blisset han sido diversas, y van desde la publicación de un manifiesto sobre la Net Generation hasta conseguir publicar en el periódico Resto del Carlino la falsa noticia de que Naomi Campbell estaba en Bolonia para operarse de celulitis, pasando por una página web falsa del Vaticano con textos heréticos, palabras cambiadas, que fue consultada por los navegantes sin levantar sospechas durante un año.

Cuando la novela Q salió en Italia, todos sospecharon entonces del seudónimo Lu-ther Blisset. La asociación de ideas con el tono, urdimbre y otros símiles que establecieron los lectores, como pista falsa puesta por los autores, con El nombre de la rosa, los llevó de inmediato a Umberto Eco, ante las carcajadas secretas de los cuatro novelistas jóvenes y del maestro semiólogo.

Los cuatro amigos, educados en la dinámica de la política underground de izquierda y la experiencia de los centros sociales, también compartían la pasión por las artes marciales. En 1995 coincidieron en la lectura de tres libros: la encíclica Ut unum sint, el ensayo El movimiento del espíritu libre, del situacionista Raoul Vageneim, y la novela American Tabloid, de James Ellroy.

Explican los autores: "Desde nuestro punto de vista, narrar significa contar historias y hacerlo del mejor modo posible. No nos interesa el experimentalismo lingüístico por sí ni tampoco las innovaciones estilísticas en particular. La lengua y el estilo de nuestra novela están encaminados a potenciar la trama, el plot. Q se halla en las antípodas del minimalismo, del aire juvenil y del estéril autobiografismo de cierta literatura reciente".

Q está por aparecer en librerías mexicanas. Empezarán a correr los ríos de tinta.